Ingrid Betancourt el día de su liberación junto a su madre y a su ex marido.
AGENCIAS
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Actualizado Martes , 19-01-10 a las 10 : 23
No daba una entrevista desde Julio de 2008, cuando la ex candidata presidencial colombo-francesa, Ingrid Betancourt, se bajó del avión que la trajo libre de una selva en la que duró secuestrada seis años y medio. La esperaban sus hijos, su madre, su segundo esposo, el publicista Juan Carlos Lecompte, a quien durante el tiempo de cautiverio los colombianos se acostumbraron a ver deambulando por las plazas, con una imagen de cartón del rostro del Ingrid.
Cuando Ingrid lo vio, lo miró con displicencia, desamor. Le rozó la barbilla con un dedo y no lo volvió a determinar. Durante sus discursos agradeció su liberación y su estabilidad emocional a su madre, a Francia, a todos menos a su marido. Luego tomó un avión rumbo a París y desde entonces vive en las islas Seychelles preparando un libro por el que Hollywood está pagando millones de dólares para llevarlo al cine.
Lecompte desapareció del mapa. Pero ayer en los principales medios colombianos anunció la publicación esta semana en Francia de su libro «Íngrid y yo, una libertad agridulce».
Aunque durante el secuestro de Ingrid en manos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) a Lecompte varios lo criticaban de aprovechar su matrimonio para obtener recursos y dineros de varias ONG europeas preocupadas por no olvidar a Íngrid, Lecompte justifica su libro como “un exorcismo”. “Cuando uno escribe un libro, pone la vida un poco en perspectiva. Y así uno puede ver muchas cosas que no ha visto en el día a día, te limpias el alma, y es la historia de los que nos quedamos acá”, según le contó a la columnista María Isabel Rueda.
Dice que tuvo la esperanza de recuperar ese amor pero que “ni siquiera tuve una hora para hablar con ella a solas, con mi esposa, después de los seis años y medio que luché por ella, en los que se me convirtió en una obsesión. ¿No tener una hora para hablar los dos solos de la vida, oye, tú recibiste las fotos que te mandé, te enteraste de cuando nos tomamos la catedral, tú oías mis mensajes, cuál te gustó más, no sé, hablar sobre cualquier cosa? Nunca pude hacerlo” dice Lecompte quien se confiesa otra vez enamorado.
La acusó de infiel en la selvaQuizás la parte más dura de sus declaraciones tiene que ver con el episodio de la firma del divorcio. Tras acusarla de infiel en la selva –varios libros de ex secuestrados relatan los amores de Ingrid con varios cautivos- y ella a su vez de drogadicto, Lecompte confiesa que el amor se le murió el día que falleció su papá hace un año. “Ese día Íngrid me llevó a mi casa la demanda de divorcio, porque no le firmé unos papeles en el hospital. Mi papá estaba agonizando y yo no tenía cabeza para nada. Le pedí que me diera un tiempito. Tres días después murió mi papá y me llegó su demanda de divorcio. Ese día se me acabó el amor por ella”, cuenta.
A la pregunta de si no teme lo que Betancourt pueda contar en su libro –varias veces los rumores lo acusan del manejo que Lecompte le dio al dinero de ella, de cómo durante seis años vivió de su imagen y su fama, de sus problemas de drogas, de su ausencia en los mensajes radiales que las familias envían a los secuestrados-, Lecompte es sarcástico. “La editorial que publica (el libro de Íngrid), Gallimard, es muy grande y muy poderosa. Me imagino que en su libro yo no existiré, como no existí en ninguna de las entrevistas que ella dio cuando salió liberada. A mí ni me nombró. En este libro ni me nombrará”.
