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lunes, 18 de enero de 2010

¿Es posible mejorar los libros de texto?


Emilio Zebadúa |
Lunes 18 de Enero, 2010 | Ultima modificación: 02:54



En la actual coyuntura, cuyo perfil se proyecta en lo particular como un momento crítico de definiciones entorno a nuestro sistema educativo en su conjunto, bien vale la pena hacer algunas reflexiones respecto a la importancia, el papel y futuro de los libros de texto, una de las piedras angulares en materia de políticas educativas gubernamentales en los últimos cincuenta años, bajo la cual se han formado —y continúan formándose— millones de alumnos.

El pasado, presente y futuro de los libros de texto gratuitos hoy en día recae sobre una gran interrogante que como nación nos hemos venido planteando desde hace varios años: ¿Hacia dónde va o debe ir nuestro sistema educativo? Al respecto, prevalece un consenso nacional —en diferentes grados y con distintas posiciones— en que aquel modelo educativo se agotó.

De hecho estamos haciendo una reflexión sobre el libro de texto cuando de alguna manera la historia del libro de texto ya está escrita, a pesar de que en el marco de una reforma educativa, fundamentalmente en la educación básica, han estado sujetos a revisiones y actualizaciones de fondo en los mismos.



GÉNESIS DEL LIBRO DE TEXTO GRATUITO

El libro de texto nace hace 50 años a la luz de un modelo educativo que era consistente y congruente con el diseño y el papel que se le otorgó al libro de texto. El sistema educativo, dicho de otra manera, a la vez fue producto de un modelo de desarrollo político y económico que en el país más o menos funcionó. Hubo gobernabilidad, hubo desarrollo económico y fundamentalmente, para lo que nos interesa, el mercado nacional pudo expandirse por razones de gobernabilidad, por razones económicas, pero también por razones ideológicas, para cubrir todo el territorio nacional.

De esa manera, se pudo integrar, o intentar integrar, a todos los ciudadanos mexicanos en un solo país. En primer lugar, porque existían los recursos para hacerlo, y en segundo término porque había una ideología y un proyecto de Estado que tenía ese sentir. En ese contexto, la educación protagonizó un rol fundamental para incorporar a todos los mexicanos —aunque fuera una definición arbitraria— bajo un mismo esquema de conocimiento y formación.

El libro de texto, pues, se constituyó en el vehículo idóneo para homogeneizar, uniformar y extender la educación a todos, al ser prácticamente la única fuente de información en los diferentes ciclos escolares, generación tras generación.



LA REALIDAD MEXICANA

Las condiciones que le dieron vida, sin embargo, han cambiado. Primero, porque el Estado tuvo una quiebra en el área de las finanzas públicas, de la economía hace veinte o treinta años; posteriormente, la tuvo en el ámbito de la política, y en ambos casos requirió de reestructuraciones importantes como Estado Nacional.

Por eso es que resulta imprescindible ajustar el sistema educativo a las mismas transformaciones que el Estado ha sido objeto. Nos encontramos insertos en una globalización que es real en muchos aspectos, pero también tangible en el aspecto educativo, puesto que éste también está sujeto al concierto mundial, donde se compara y se evalúa.



LOS LIBROS DE TEXTO HOY

¿En dónde se encuentran ubicados los libros de texto? ¿Qué podemos espera en el futuro de los libro de texto? Lo primero es que ya existe un plan de trabajo para intentar reformar el sistema educativo —al menos desde la óptica del propio sistema bajo cinco grandes ejes que conforman la Alianza por la Calidad de la Educación (ACE).

La Secretaría de Educación Pública (SEP) se encuentra en un proceso a través del cual está modificando planes y programas curriculares, así como los contenidos educativos. Por otro lado, se están revisando y actualizando los programas de formación y capacitación de los docentes, invirtiendo en infraestructura educativa y aunque con errores, como es el caso de Enciclomedia, se están introduciendo nuevas tecnologías, entre otros aspectos.

Los libros de texto también han estado bajo revisión. De hecho, para este ciclo escolar 2009-2010, los alumnos de primero y sexto grado de primaria cuentan con libros con nuevos contenidos, cuyos ejemplares tienen la virtud de buscar incorporar, en un modelo pedagógico, los esquemas que PISA y otros elementos de evaluación sobre nuestro desempeño y calidad educativa están exigiendo a países como el nuestro, aunque a final de cuentas responden —otra vez— al papel centralista del Estado.

Hoy en día en internet prevalece una infinidad de fuentes de información, que obligan a una transformación mucho más radical del sistema educativo. ¿Estamos preparados como país para abrir a la pluralidad los libros de texto, para abrirse a las distintas fuentes de información, para aceptar que el maestro ya no es el eje único del proceso de formación educativa a pesar de que sea la educación un proceso intensivo en capital humano? ¿Seguirá jugando el libro de texto un papel fundamental o requiere de atención y análisis adicional?, son las preguntas que surgen en el debate actual.

Desprendernos de nuestro sistema educativo y avanzar realmente a la modernidad requiere realmente de un compromiso político y social; requiere de una movilización de recursos, de una reestructuración real de un sistema educativo que (estamos viendo) no se está dando. Hemos preferido concentrarnos en batallas políticas, coyunturales, limitadas, focalizadas, en debatir la existencia o inexistencia de un párrafo o un capítulo en un libro de texto, cuando en realidad la discusión ya está en internet, en todos los temas. Los alumnos en una sociedad moderna no recurren al libro de texto para ver el capítulo de la historia o el proceso de aprendizaje matemático, como si fuera la única fuente de información disponible. Ya no.

Este es el siglo XXI y nosotros estamos dando todavía la última batalla del siglo XX, debatiendo sobre el contenido específico de un libro de texto, cuando los alumnos —a diferencia de hace cincuenta años— no dependen de un libro de texto, porque no es el único libro de texto en el pueblo o en la comunidad o el municipio.

La información está en todos lados y tienen acceso a ella los alumnos, y en menor grado los maestros, con relativa facilidad. Se tiene que romper con esa estructura y aceptar que hay que entrar en un nuevo modelo. Lamentablemente el tema en este caso ni siquiera es metodológico, porque en ese ambiente ya conocemos el debate a nivel internacional.

El debate con respecto a las transformaciones que se tienen que hacer es político, pero político de alto nivel, en los siguientes, entre otros, rubros: las relaciones entre el Estado y el sindicato, del sector privado y el sector público, el papel de las regiones en el marco del federalismo, la partición de los recursos entre los estados; y de un nivel mucho más parroquial también: el contenido específico de los libros de texto, la autoría de los mismos, la distribución de los mismos, etcétera.

emilio.zebadua@hotmail.com

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