11 de febrero de 2010, 07:30
La Habana, 11 feb (PL) Los dominios del libro se consolidan día a día en la capital cubana por obra de una Feria Internacional devenida puente de plata a un universo casi infinito.
Hay otros mundos, dijo una vez el poeta francés Paul Eluard, pero están en este.
Más allá de las cifras, que suman miles y miles de visitantes y ejemplares vendidos cada año, lo esencial es la devoción por la lectura, el apego a un espacio que dio vida a una tradición enriquecida año tras año. Ya suman 19.
Las ferias generaron una sed creciente de conocimientos, de apetencia espiritual, que afloró desde las primeras encuestas. Así lo constataban los celosos registros de una bibliotecaria apasionada y tenaz, Marta Terry, al frente de un grupo que pulsaba las apetencias de la multitud que recorría el Parque Morro-Cabaña.
Desde el año 2000 dejaron de ser, además, patrimonio exclusivo de los habaneros. El máximo impulsor de ese proyecto fue el entonces presidente Fidel Castro. Respondiendo a un reclamo mayoritario, decidió que se extendieran a toda la isla para que el disfrute alcanzara a todos.
Como un respaldo extra, en 2007 comenzaron a surgir otras iniciativas incitantes: las Lecturas de Verano, las Noches de los Libros, las Lecturas en el Prado, en alusión al famoso Paseo del mismo nombre, inmortalizado en tantas obras literarias.
Construido en 1772, se tiende como una imaginaria línea divisoria en los umbrales de la ciudad antigua.
A esas invitaciones se añadieron las Lecturas frente al mar y la más reciente Leer la historia, sin contar los festivales del libro en las montañas, como una cordillera que abarca, por mandato de la palabra escrita, los macizos montañosos de occidente al oriente.
La Habana vive ahora, de nuevo, la primera fase de esta fiesta del intelecto, que se prolongará hasta marzo, cuando diga adios en la oriental Santiago de Cuba. Solo que será un adios pasajero, una tregua en la que los libros seguirán circulando y harán más leve, menos nostálgica la espera.
Dedicada a Rusia y a su espléndida cultura como invitada de honor, en esta edición se honrará también a los cubanos Reynaldo González y María del Carmen Barcia.
El tributo trae el recuerdo de una de las homenajeadas en 2009, una poeta lúcida y original, Fina García Marruz, de verso terso y radiante.
Devota de la lectura, en su mensaje de elogio y reverencia, la definió como un sexto sentido. Si el hombre no hubiera inventado esos símbolos, dijo, sería más frágil nuestro pecho, más embestido por los vientos. Leer, subrayo en esa ocasión, nos comunica con el mundo.
Esa es la invitación que la feria trae consigo, el secreto de su poder de seducción, de su magia. Magia multitudinaria. Los libros como una isla inagotable en sí misma Hay otros mundos, dijo Eluard, pero están en este.
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