Profesionales venezolanos miran al existencialista desde varios ángulos
El universal.com
Jean Paul Sartre fue ampliamente celebrado en el centenario de su nacimiento en junio de 2005 (Archivo)
Hasta para una ópera da la intensa vida del intelectual francés Jean-Paul Sartre. El próximo jueves 15 de abril se cumplirán treinta años de su fallecimiento, por lo cual se hace propicio refrescar sus obras y sus ideas.
La obra musical comenzaría, seguramente, por el cotilleo entre Sartre y Simone de Beauvoir, y de lo cual el librero Walter Rodríguez, de Librería Lectura, en Chacaíto, actualmente se deleita con un libro titulado Sartre y Beauvoir: la historia de una pareja, de Hazel Rowley, y "para los chismosos como yo, que les gusta leer todas esas cosas, me ha gustado esa vida independiente y fuerte, permitiéndose ciertas libertades uno al otro y adelantándose a la vida moderna".
Pero Rodríguez resalta algo importante sobre Sartre, "que nunca se ha dejado de leer, no está olvidado, y siempre aparece un grupo de gente que viene en busca de sus libros".
Dice el librero que por su tienda pasan no solamente los universitarios a quienes les mandan a leer El existencialismo es un humanismo o El ser y la nada, sino ávidos lectores de todas las edades que quieren aproximarse a libros como La náusea, por ejemplo.
Esa búsqueda la refrenda Alexis Romero, librero de Templo Interno, "es un autor muy leído, tanto por interés personal, y porque siempre hay un profesor que lidera las lecturas de los muchachos".
Como poeta, Romero considera que la obra de Sartre es para revisarla, "una relectura, como a Camus, sobre todo en la necesidad de reconocer al otro. Y eso que dice que estamos condenados a ser libres, es el tubazo de Sartre, y sabemos las implicaciones que eso tiene ahora. Creo que los jóvenes, que por definición se sienten libres, encuentran muchas coincidencias cuando leen a Sartre".
En el segundo acto de la ópera aparece la obra dramática, y en años recientes el público venezolano vio dos montajes de sus obras: en los noventa, el GA-80 hizo Kean, y en 2008 y 2009 el grupo Pantheo, dirigido por Francisco Salazar, escenificó Huis Clos (A puerta cerrada).
Salazar coincide en que "todo lo que planteó Sartre en sus obras, en esa corriente del existencialismo, es una profunda denuncia en general de las costumbres y las normas, no solamente dentro del mundo artístico y literario, sino en la tradición filosófica; y como marxista y militante comunista asume posiciones radicales y cuestionadoras del statu quo".
Por todo lo anterior, el narrador Antonio López Ortega reivindica su condición de intelectual: "Después de la Segunda Guerra Mundial, tenía la visión de que la experiencia intelectual estaba relacionada con el compromiso social. Esa es una categoría que se ha diluido en el tiempo, pero fue una conducta con un componente ético alto, en el cual la guía era un ejercicio de mucha vigilancia del poder entendido de cualquier manera".
Mario Vargas Llosa, escritor peruano que el pasado 28 de marzo cumplió 74 años, valoró a Sartre en el sentido del compromiso con las ideas, aunque admite que su literatura no le interesa y que la línea política que tuvo "fue confusa".
Más allá de esta apreciación, de Sartre se valoran sus aportes, uno de los cuales fue la psicoterapia existencialista.
Así, la ópera culminaría con el reconocimiento de que el pensamiento sartreano sí es filosófico, según dictamina la profesora Sandra Pinardi, de la Escuela de Filosofía de la Universidad Católica Andrés Bello.
Y también es terapéutico, aunque el psicólogo y antropólogo Félix Piñerúa no emplee la psicología existencialista. Pero exalta que "Sartre decía que él era un tipo feliz y que no sabía de dónde le venían esas cosas horribles que ponía en sus libros; pero suponía que sus personajes traumáticos eran él mismo decapitado, dándole una preponderancia al control cerebral sobre sus acciones".
Tampoco aplica la terapia existencialista el psiquiatra Luis José Uzcátegui, aunque destaca un aporte de Sartre sobre el miedo: "Él divide el miedo en dos dimensiones, el que le tiene miedo a la realidad, logra ver el tigre y lo identifica como un animal peligroso y huye, versus el que ve al tigre, ve que es peligroso pero lo transforma en un cordero y se apacigua, y aparentemente lo controla".
amhernandez@eluniversal.com
La obra musical comenzaría, seguramente, por el cotilleo entre Sartre y Simone de Beauvoir, y de lo cual el librero Walter Rodríguez, de Librería Lectura, en Chacaíto, actualmente se deleita con un libro titulado Sartre y Beauvoir: la historia de una pareja, de Hazel Rowley, y "para los chismosos como yo, que les gusta leer todas esas cosas, me ha gustado esa vida independiente y fuerte, permitiéndose ciertas libertades uno al otro y adelantándose a la vida moderna".
Pero Rodríguez resalta algo importante sobre Sartre, "que nunca se ha dejado de leer, no está olvidado, y siempre aparece un grupo de gente que viene en busca de sus libros".
Dice el librero que por su tienda pasan no solamente los universitarios a quienes les mandan a leer El existencialismo es un humanismo o El ser y la nada, sino ávidos lectores de todas las edades que quieren aproximarse a libros como La náusea, por ejemplo.
Esa búsqueda la refrenda Alexis Romero, librero de Templo Interno, "es un autor muy leído, tanto por interés personal, y porque siempre hay un profesor que lidera las lecturas de los muchachos".
Como poeta, Romero considera que la obra de Sartre es para revisarla, "una relectura, como a Camus, sobre todo en la necesidad de reconocer al otro. Y eso que dice que estamos condenados a ser libres, es el tubazo de Sartre, y sabemos las implicaciones que eso tiene ahora. Creo que los jóvenes, que por definición se sienten libres, encuentran muchas coincidencias cuando leen a Sartre".
En el segundo acto de la ópera aparece la obra dramática, y en años recientes el público venezolano vio dos montajes de sus obras: en los noventa, el GA-80 hizo Kean, y en 2008 y 2009 el grupo Pantheo, dirigido por Francisco Salazar, escenificó Huis Clos (A puerta cerrada).
Salazar coincide en que "todo lo que planteó Sartre en sus obras, en esa corriente del existencialismo, es una profunda denuncia en general de las costumbres y las normas, no solamente dentro del mundo artístico y literario, sino en la tradición filosófica; y como marxista y militante comunista asume posiciones radicales y cuestionadoras del statu quo".
Por todo lo anterior, el narrador Antonio López Ortega reivindica su condición de intelectual: "Después de la Segunda Guerra Mundial, tenía la visión de que la experiencia intelectual estaba relacionada con el compromiso social. Esa es una categoría que se ha diluido en el tiempo, pero fue una conducta con un componente ético alto, en el cual la guía era un ejercicio de mucha vigilancia del poder entendido de cualquier manera".
Mario Vargas Llosa, escritor peruano que el pasado 28 de marzo cumplió 74 años, valoró a Sartre en el sentido del compromiso con las ideas, aunque admite que su literatura no le interesa y que la línea política que tuvo "fue confusa".
Más allá de esta apreciación, de Sartre se valoran sus aportes, uno de los cuales fue la psicoterapia existencialista.
Así, la ópera culminaría con el reconocimiento de que el pensamiento sartreano sí es filosófico, según dictamina la profesora Sandra Pinardi, de la Escuela de Filosofía de la Universidad Católica Andrés Bello.
Y también es terapéutico, aunque el psicólogo y antropólogo Félix Piñerúa no emplee la psicología existencialista. Pero exalta que "Sartre decía que él era un tipo feliz y que no sabía de dónde le venían esas cosas horribles que ponía en sus libros; pero suponía que sus personajes traumáticos eran él mismo decapitado, dándole una preponderancia al control cerebral sobre sus acciones".
Tampoco aplica la terapia existencialista el psiquiatra Luis José Uzcátegui, aunque destaca un aporte de Sartre sobre el miedo: "Él divide el miedo en dos dimensiones, el que le tiene miedo a la realidad, logra ver el tigre y lo identifica como un animal peligroso y huye, versus el que ve al tigre, ve que es peligroso pero lo transforma en un cordero y se apacigua, y aparentemente lo controla".
amhernandez@eluniversal.com
