Luciana Mc Namara/ENcontrARTE
El caso de Margot Benacerraf y su insumisa personalidad es del todo sorprendente. No sólo porque su labor se concentra entre las décadas de los cincuenta y sesenta, época en la cual la mujer debía ceñirse a las inquebrantables normas de género impuestas por el contexto social, sino porque surge con un estilo cinematográfico poco común y de vanguardia que pocos hombres se atrevían a experimentar. Justamente entre las décadas de los cuarenta y cincuenta del siglo pasado, nace un movimiento alternativo a las colosales y costosas producciones cinematográficas norteamericanas. Un cine donde el cineasta (o director) ya no figuraba como un elemento más para la composición de una obra, sometido a los caprichos del acreedor financiero (el productor); sino que la creación dependía enteramente del primero. Un cine de bajos recursos que emplea un manejo de fuerza cooperativa vinculado a temas propios y cotidianos, socio-políticos y producciones artesanales. En Europa este movimiento se refleja con el surgimiento en la posguerra del neorrealismo italiano y más tarde, en 1959, con la nouvelle vague en Francia. En América Latina fue el cinema novo Brasileño el que dio el primer paso para que el cine de autor comenzara su agitada trayectoria, y entre los involucrados con este nuevo estilo de expresión estaba Margot Benacerraf, destacándose por un minucioso trabajo de investigación previa, de exploración de las condiciones sociales, por su esmerada y audaz post producción; todo con un mínimo presupuesto.
La segunda de los tres hijos que tuvo el matrimonio de Fortunato Benacerraf y Sete Coriate, Margot Benacerraf, nace en Caracas el 14 de agosto de 1926, bajo una fuerte tensión política y a la vez de auge y renovación cultural de la época gomecista. La pequeña viene al mundo en una tranquila vivienda de El Paraíso, en la muy popular parroquia San Juan, para posteriormente mudarse a una hermosa casa con vitrales y patios interiores del centro Caracas, entre las esquinas de Pinto a Miseria, donde prácticamente pasa toda su infancia y adolescencia. Esos años de su vida transcurren en el seno de un hogar estable y acomodado. Los problemas llegaron depués, cuando la señorita Margot informa a la familia su deseo de estudiar bachillerato. Aquello causó un gran escándalo. En esa época lo lógico era que las niñas estudiaran hasta sexto grado; y ya entrenadas para coser y bordar estaban listas para casarse. La preocupación se acrecentaba cada año a la espera de que la muchacha abandonara los estudios, pero no fue así. Al contrario, decide inscribirse en el Pedagógico de Caracas para cursar Literatura, al tiempo que estudia en la recién instaurada Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Venezuela, localizada para ese entonces en la esquina San Francisco.
Ya había demostrado su talento e interés en las letras cursando el segundo año del liceo, cuando gana el Premio Panamericano por un ensayo juvenil. Apenas comienza a estudiar Arte, muchos de sus posteriores ensayos son publicados en la Revista Nacional de Cultura. Durante varios años continuó colaborando en diversas revistas locales y extranjeras. Tenía especialmente una gran afición por el teatro y, en 1947, escribe su primera obra a la que llamó Creciente, muy al estilo lorquiano. Venciendo su timidez entregó el manuscrito a sus profesores para conocer su opinión, la cual se manifestó con la más positiva de las sentencias y éstos, sin comentarle sus intenciones, enviaron la obra al Concurso Hispanoamericano de Teatro que organizaba la Universidad de Columbia, en EUA, donde participaban obras de todas las universidades de habla castellana, desde México hasta Argentina. Varios meses después recibe un comunicado informándole que había obtenido el primer premio por la participación de su obra Creciente. Dicho premio consistía en la edición y montaje de la obra por parte del país ganador, y una beca de tres meses para estudiar teatro en Nueva York.
La situación política que se presenta tras el derrocamiento de Gallegos en 1948 altera todos los planes y expectativas. La primera parte del premio no se concretó, pero la segunda sí, y de esta manera Margot –aún sin recuperarse del impacto que le había causado la noticia ganadora- llega a Nueva York para comenzar sus estudios en la New School of Social Research, dirigida por el famoso director alemán Erwin Piscator, renovador de las artes escénicas de su país hasta ser expulsado por el régimen nazi.
Esta era una escuela de teatro y otra de cine prácticamente juntas en la parte baja de la ciudad de Nueva York, el Bowery, localidad de mala vida pero donde radicaban muchos artistas. Su idea era conjugar el cine y el teatro en lo que él llamaba Arte Total, donde se integraban música, teatro y cine. Por lo que Margot tuvo que comenzar sus estudios iniciándose como actriz como parte de la enseñanza integral. Formó parte de una película que comenzaba a filmar un estudiante de la escuela de cine anexa para su graduación. Durante varios días, aterrada, se debatió entre su timidez y su anhelo. Pero finalmente es felicitada por sus esfuerzos.
Observando el trabajo del director y las infinitas posibilidades del cine, poco a poco fue adquiriendo interés en el ramo. Permanece cada vez más horas en la escuela de cinematografía viendo lo que allí se hacía. Durante el día escribía guiones y estudiaba distintas técnicas. Durante las noches se quedaba para escuchar y aprender de sus profesores, Joris Jacob, Dalton Trumbo y otros excluídos de Hollywood durante la caza de brujas del maccartismo. Eran los días de posguerra y comenzaban a descubrirse películas que hablaban sobre lo ocurrido. Algunas noches se reunía para ver los filmes europeos a través de los cuales Margot fue entendiendo que el cine condensaba en un solo arte las formas expresivas que tanto le atraían: los encuadres cinematográficos tal como se aprecian en las grandes pinturas y frescos; la trama de la película desarrollada como se desenvuelve un ensayo literario; y la música que también se incorpora a esta manifestación. Ese trimestre que pasó en Nueva York cambió la vida de Margot en 180 grados.
Su ciclo de vida cinematografico se inicia al realizar el primer viaje a Europa en compañía de sus padres. Allí se topa con un amigo caraqueño, Cesar Enríquez, que la invita a estudiar cine en el conocido Instituto de Altos Estudios Cinematográficos (Idhec), del que había egresado hacía poco. Y así lo hizo. Después de haber presentado un riguroso examen –de más de cien extranjeros que acudieron a la prueba, sólo aceptaron diez, entre ellos a Margot– decide quedarse en París para seguir el curso de dirección cinematográfica en el Idhec, en el mes de octubre de 1949.
Al año siguiente, en julio de 1950, el padre de Margot enferma gravemente demandando el regreso de su hija a Caracas. Es entonces cuando retorna a su país natal donde el destino le brindaría la oportunidad de realizar su primer documental: Reverón. Flexible y absorbente, amante del cine y del arte, Margot no tarda en fusionarse con el ambiente caraqueño. Un año antes, en 1949, Bolívar Films había comenzado su proyecto industrializador con la produción de largometrajes. Junto a un grupo de amigos, entre los que estaban Cesar Enríquez, Néstor Lovera, Ángel Hurtado y Amy Courvoisier, intenta fundar revistas y organizar cineclubes que no prosperaron. Se funda la revista Venezuela Cine, en la que ejerce el cargo de directora. Y en 1951 se crea el Círculo de Cronistas Cinematográficos de Caracas, primera asociación de críticos de cine independientes dirigida por Amy Courvoisier, y el Cine Club Venezuela, agrupación de difusión del cine. Al año siguiente, en 1952, la Asociación Venezolana de Exhibidores de Películas se conforma como un hecho, y se efectúa la primera transmisión de la televisión venezolana a través de la Televisora Nacional, Canal 5.
Entre 1950 y 1951 Margot empieza a trabajar sobre la propuesta de Reverón. Pasa más de un año investigando, trabajando y recolectando información sobre el pintor, porque poco se sabía de él y de su obra. A través de constantes visitas al Castillete de Reverón, más una exhaustiva investigación sobre su obra, logra compenetrarse con el personaje y su ambiente. El documental causó gran impacto en Caracas, no sólo por el nuevo concepto de cine artístico que presentaba, sino porque por esos años la actividad cinematográfica no era del todo común, ni se acostumbraba a asociar tal tarea con una mujer. La cinta fue exhibida el 16 de noviembre de 1952 en el Aula Magna de la ucv, con motivo del Festival Internacional de Documentales de Arte. Allí obteniene el primer premio, el cual tiene gran repercusión en Europa, ya que a partir de ese momente su película es invitada al Festival de Berlín en 1953, donde asombró a la crítica y recibió un rotundo respaldo y, posteriormente no hubo festival donde no asistiera como invitada de honor. En ese tiempo comienza a trabajar para la Unesco en París, en el departamento audiovisual. En el 55 es enviada a México, al Centro Audiovisual (Crefal) en Pátzcuaro, y en el 57 presenta unas nutridas charlas sobre neorrealismo italiano en Caracas y el interior del país. Fueron tiempos movidos para Margot que también fue promotora del i Festival Internacional del Film Experimental y de Arte en el país.
Deteniéndonos en el año de 1957, encontramos a la autora de Reverón a punto de descubrir lo que motivaría su más famosa producción. Fue en casa de unos amigos donde se topa con una fotografía que le llama poderosamente la atención. De esta visión que macera en su mente llena de imágenes quiméricas se concibe posteriormente una historia de sal y de tiempo, una historia indeleble de alegórica poesía: la historia de Araya. Después de haber consultado documentos y textos en las bibliotecas de Sevilla, Madrid y Amsterdam, Margot visita el lugar para sentir vívidamente lo que tanto tiempo de investigación le había llevado. De esta manera se involucra con la comunidad de Araya y experimenta de cerca las rudas condiciones de vida y las penurias a las que este pueblo está sometido. Pasa muchas horas observando el medio ambiente, los individuos y su cultura, la interacción entre ambos, para así pasar a la construcción del guión y después prepararse para la filmación.
Filma rápidamente antes de que desaparezca el antiguo sistema de extracción de la sal, culminando el trabajo en diciembre de 1957. Aunque su deseo era volar rápidamente a París, puesto que después de muchas pruebas en Tiuna Films no se logran las imágenes en blanco y negro esperadas, se ve obligada a permanecer varios meses más en Venezuela, no sólo a causa del derrocamiento de la dictadura perezjimenista el 23 de enero de 1958, sino también de los primeros síntomas de una virulenta enfermedad que la mantendría inmovilizada en años posteriores.
No obstante, a pesar de su frágil condición, el 15 de mayo de 1959 Araya, su primera película de largometraje es presentada en el xii Festival Cinematográfico Internacional de Cannes. El filme obtiene el Premio Internacional de la Crítica (Fipresci), ex aequo con Hiroshima mon amour; y el Premio de la Comisión Superior Técnica del Cine Francés. Por su novedad y creación, Araya se mantuvo como un clásico dentro de la historia del cine mundial. La perennidad y la vigencia de esta película lo demuestra el hecho de que sigue siendo programada con regularidad en diversos países y en diversas ocasiones.
Tras siete años de ausencia, Margot recibe una propuesta de trabajo de su tierra. Importantes personalidades caraqueñas le ofrecen formar parte del recién creado Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (Inciba), ocupando la Dirección General de Estudios y Programas que comprendía dirigir, organizar y coordinar todas las diversas actividades culturales de ese organismo. Así que desde París retorna a Venezuela para aceptar la propuesta emprendiendo la tarea con mucho ánimo. Aprovecha la excelente oportunidad para darle un buen empuje a la cinematografía del país con varios proyectos. Después de un año de gestiones y estudios, logra fundar en 1966 la Cinemateca Nacional que organiza y dirige durante tres años consecutivos junto con un reducido equipo de trabajo compuesto por Ambretta Marrosu en la programación, Carmen Luisa Cisneros y María Cristina Sánchez como secretarias y Luis Armando Roche asistente. Roche fue la mano derecha de Margot durante muchos años, apoyándola en la concepción y la creación de la Cinemateca venezolana.
En agosto de 1968 viaja a Europa, luego de aceptar la oferta por parte del escritor Gabriel García Márquez para trabajar en el guión de la película La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada. La cual nunca se llega a filmar. Ya en el 69, Benacerraf le “suelta la mano” a la Cinemateca para que comience a caminar por su propia cuenta. La institución estaba encauzada, y con confianza deja las bases de su funcionamiento en manos de Rafael Zapata, Alberto Urdaneta y Rodolfo Izaguirre que continuaron con la labor.
Dos años después, Margot programa y establece el Centro-Cine Ateneo dedicado justamente a las actividades cinematográficas dentro del ámbito de las operaciones generales del Ateneo de Caracas. Mientras tanto Araya aún no ha sido traducida al español para ser disfrutada por los venezolanos. Una cadena de contratiempos hacen que la pelicula demore en estrenarse en su propia tierra. Pero, finalmente, un distribuidor venezolano y la insistente presión de Miguel Otero Silva logran concretar la versión en español de Araya. José Ignacio Cabrujas será el narrador del texto originalmente recitado en francés por Laurent Terzief, realizándose la grabación en Bolívar Films. La película por fin se estrena, luego de dieciocho años de espera, el 17 de mayo de 1977 en beneficio de los niños de Araya, dentro de las instalaciones del lujoso cine Humboldt. Junto a la novedad, se inauguraba una exposición pictórica cuyo tema era Araya interpretada por veinticinco artistas, entre los que se contaban, Luisa Ritcher, Mateo Manaure, Oswaldo Vigas, Luis Guevara Moreno, Manuel Espinoza, Jacobo Borges, Gego, Cornelius Zitman, Edgar Sánchez, Ana Maria Mazzei, Manuel Quintana Castillo, Pedro León Zapata.
Los años posteriores estuvieron colmados de premios y reconocimientos a los dos trabajos de Benacerraf, los que disfrutó no en su totalidad, ya que se vio forzarda a retirarse de la palestra pública a causa de un infarto al corazón del que fue víctima en una de las tantas presentaciones internacionales de la película, específicamente en Rusia, provocado seguramente por el enorme cansancio que le dejó la filmación de Araya, y el tener que terminar a tiempo la película para su presentación en Cannes.
El 14 de febrero de 1987, el Ateneo de Caracas inaugura una sala de cine de arte y ensayo que lleva el nombre de Margot Benacerraf en homenaje a su obra y a su labor desarrollada en pro del cine. Mas recientemente, en 1991, el escritor Gabriel García Márquez, presidente de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, propone a Margot fundar su equivalente en Venezuela, esto es una fundación dedicada al fomento, difusión y defensa del cine y la televisión latinoamericanos. Benacerraf reúne a reconocidos cineastas y expertos en la materia para integrar un equipo multidisciplinario que conformará lo que se llamó Fundavisual Latina. A través de esta institución cultural Margot organiza una serie de múltiples eventos y ciclos de cine, tanto en Caracas como en el interior del país. Asimismo funda el importante Festival de Caracas de Cortometrajes Latinoamericanos en Cine y Video, que se mantuvo bianualmente durante seis años.
Finalmente, a esta incansable trabajadora del cine le fue otorgado, en 1995, el Premio Nacional de Cine como reconocimiento a sus creaciones y dedicación por entero al Séptimo Arte. Los homenajes y reconocimientos para esta realizadora se prolongan hasta el presente.
Fuente:
Mc Namara. G., Luciana. 2006. Vida y Obra de Margor Benacerraf. Colección Cineastas. Editorial Cinemateca Nacional