Un cuento de Aquiles Nazoa
Hace ya bastantes años,
doscientos años tal vez,
por escapar de los gatos
y de las trampas también,
unos buenos ratoncitos
se colaron en un tren
y a los campos se marcharon
para nunca más volver.
Andando, andando y andando
llegaron por fin al pie
de una montaña llamada
la montaña "Yo-no-sé,"
y entonces dijo el más grande:
lo que debemos hacer
es abrir aquí una cueva
y quedarnos de una vez
porque como aquí no hay gatos
aquí viviremos bien.
Trabaja que te trabaja
tras de roer y roer
agujereando las cuevas
se pasaron más de un mes
hasta que una hermosa cueva
lograron por fin hacer
con kioskos, jardín y gradas
como si fuera un chalet.
Había entre los ratones
que allí nacieron después
una ratica más linda
que la rosa y el clavel.
Su nombre no era ratona
como tal vez supondréis,
pues la llamaban Hortensia
que es un nombre de mujer.
Y era tan linda, tan linda
que parecía más bien
una violeta pintada
por un niño japonés:
parecía hecha de plata
por el color de su piel
y su colita una hebra
de lana para tejer.
Pero era muy orgullosa
y así ocurrió que una vez
se le acercó un ratoncito
que allí vivía también
y que alzándose en dos patas,
temblando como un papel,
le pidió a la ratoncita
que se casara con él.
¡Qué ratón tan parejero!
dijo ella con altivez.
Vaya a casarse con una
que esté a su mismo nivel,
pues yo para novio aspiro,
aquí donde usted me ve,
a un personaje que sea
más importante que usted.
Y saliendo a la pradera
le habló al Sol gritando: ¡Jeeey!
Usted que es tan importante
porque del mundo es el rey,
venga a casarse conmigo
pues yo soy digna de ser
la esposa de un personaje
de la importancia de usted.
Más importante es la nube
- dijo el Sol con sencillez-
pues me tapa en el verano
y en el invierno también.
Y contestó la ratica:
-Pues que le vamos a hacer...
Si es mejor que usted la nube
con ella me casaré.
Más la nube al escucharla,
habló y le dijo a su vez:
-Más importante es el viento
que al soplar me hace correr.
-Entonces - dijo la rata-
entonces ya sé que hacer,
si el viento es más importante
voy a casarme con él.
Mas la voz ronca del viento
se escuchó poco después
diciéndole a la ratona:
-Ay Hortensia, ¿sabe usted?,
mejor que yo es la montaña
aquella que allí se ve-
porque detiene mi paso
lo mismo que una pared.
-Si mejor es la montaña
con ella me casaré
- contestó la ratoncita-,
y a la montaña se fue.
Mas la montaña le dijo:
- ¿Yo importante? ¡Je, je,je!
Mejores son los ratones
los que viven a mis pies,
aquellos que entre mis rocas
tras de roer y roer,
construyeron la cuevita,
de donde ha salido usted.
Entonces la ratoncita
volvió a su casa otra vez
y avergonzada y llorando
buscó al ratoncito aquel
a quien un día despreciara
por ser tan chiquito él.
¡Oh, perdóname, Alfredito!
– gimió cayendo a sus pies-,
por pequeño y por humilde
un día te desprecié,
pero ahora he comprendido
-y lo he comprendido bien-
que en el mundo los pequeños
son importantes también.
AQUILES NAZOA fue uno de nuestros más grandes escritores. Produjo excelentes textos humorísticos, cuentos como éste y poemas para niños.