Aquiles Nazoa
AMOR, CUANDO YO MUERA... Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda, ni llores sacudiéndote como quien estornuda, ni sufras «pataletas» que al vecindario alarmen, ni para prevenirlas compres gotas del Carmen. No te sientes al lado de mi cajón mortuorio usando a tus cuñadas como reclinatorio; y cuando alguien, amada, se acerque a darte el pésame, no te le abras de brazos en actitud de ¡bésame! Hazte, amada, la sorda cuando algún güelefrito dictamine, observándome, que he quedado igualito. Y hazte la que no oye ni comprende ni mira cuando alguno comente que parece mentira. Amor, cuando yo muera no te vistas de viuda: Yo quiero ser un muerto como los de Neruda; y por lo tanto, amada, no te enlutes ni llores: ¡Eso es para los muertos esülo Julio Florez! No se te ocurra, amada, formar la gran «llorona» cada vez que te anuncien que llegó una corona; pero tampoco vayas a salir de indiscreta a curiosear el nombre que üene la tarjeta. No grites, amada, que te lleve conmigo y que sin mí te quedas como en «Tomo y obligo», ni vayas a ponerte, con la voz desgarrada, a divulgar detalles de mi vida privada. Amor, cuando yo muera no hagas lo que hacen todas; no copies sus estilos, no repitas sus modas: Que aunque en nieblas de olvido quede mi nombre extinto, ¡sepa al menos el mundo que fui un muerto distinto! |
GALERÓN CON UNA NEGRA Desde Guachara al Cajón, de Cazorla a Palo Santo, no hay negra que baile tanto como mi negra Asunción. Cuando empieza el galerón y entra mi negra en pelea, todo el mundo la rodea como hormiguero a huesito. ¡Porque hay que ver lo bonito que esa negra joropea! Que esa negra joropea bien lo sabe el que la saca, que la compara a su hamaca cuando hay calor y ventea. -¡Así es que se escobillea! -le dice algún mocetón. Y en su honor hace Asunción una figura tan buena, que como flor de cayena se le esponja el camisón. Se le esponja el camisón, y el mozo que la ha floreado salta: -¡Permiso, cuñado, que es conmigo la cuestión! Luego se ajusta el calzón, la engarza por la cintura y con tanta donosura se le mueve y la maneja que la negra lo festeja con una nueva figura. Con una nueva figura en que ella se le encabrita como gallina chiquita cuando el gallo la procura. -¡Venga a verla, don Ventura! -grita alguno hacia el corral, y desde allí el caporal dice con cara risueña: -Baila bien esa trigueña; yo la he visto en Guayabal. Yo la he visto en Guayabal y también en San Femando. Yo vengo el Llano cruzando de paso para el Yagual, y aunque decirlo esté mal por parecer pretensión, desde Guáchara al Cajón, de Cazorla a Palo Santo, ¡no hay negra que baile tanto como mi negra Asunción! |
RETABLILLO DE NAVIDAD De su esposo en compañía, soñolienta y fatigada, por ver si les dan posada toca en las puertas María. El le dice: -Esposa mía, ten calma, vamos a ver... Nos abrirán al saber que te encuentras en estado y un lecho busca prestado tu niño para nacer. Pues tiembla la Virgen bella, él se quita en el camino su paltocito de lino para ofrecérselo a ella. -Vaya mi linda doncella con este manto abrigada -dice con gracia forzada mientras siente las diabluras que hace el frío en las roturas de su franela rayada. De portón van en portón suplicando humildemente y en todos les da la gente la misma contestación: «Esta casa no es pensión», o «¿Cuánto van a pagar?...» Y en uno que en otro lugar hay quien al ver a María dice alguna picardía para hacerla sonrojar. ¡Qué pobrecitos que son! ¡Qué pena tan sin alivio! Todos tienen lecho tibio, ¡nadie tiene corazón! De cansancio y aflicción la Virgen se echa a llorar y torna triste a mirar que en la noche, alta y desierta, la luna es como una puerta que se abre de par en par. A la casa de un pastor van por fin José y María; sólo piden hostería para que nazca el Señor. Pero hay allí tanto amor por los buenos peregrinos, que la pastora sus linos abandona en el telar y al punto les va a buscar cuajadas, panes y vino. Ya la Virgen tiende el manto sobre la hierba olorosa; ya como delgada rosa se dobla su cuerpo santo; ya a través de un claro llanto los ojos del buey la ven; llora el burrito también. Y la historia nos relata que una estrella de hojalata brilló esa noche en Belén. |
CREDO Creo en Pablo Picasso, Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra; creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y de los ratones, que fue crucificado, muerto y sepultado por el tiempo, pero que cada día resucita en el corazón de los hombres, creo en el amor y en el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable, creo en el amolador que vive de fabricar estrellas de oro con su rueda maravillosa, creo en la cualidad aérea del ser humano, configurada en el recuerdo de Isadora Duncan abatiéndose como una purísima paloma herida bajo el cielo del mediterráneo; creo en las monedas de chocolate que atesoro secretamente debajo de la almohada de mi niñez; creo en la fábula de Orfeo, creo en el sortilegio de la música, yo que en las horas de mi angustia vi al conjuro de la Pavana de Fauré, salir liberada y radiante de la dulce Eurídice del infierno de mi alma, creo en Rainer María Rilken héroe de la lucha del hombre por la belleza, que sacrificó su vida por el acto de cortar una rosa para una mujer, creo en las flores que brotaron del cadáver adolescente de Ofelia, creo en el llanto silencioso de Aquiles frente al mar; creo en un barco esbelto y distantísimo que salió hace un siglo al encuentro de la aurora; su capitán Lord Byron, al cinto la espada de los arcángeles, junto a sus sienes un resplandor de estrellas, creo en el perro de Ulises, en el gato risueño de Alicia en el país de las maravillas, en el loro de Robinson Crusoe, creo en los ratoncitos que tiraron del coche de la Cenicienta, el beralfiro el caballo de Rolando, y en las abejas que laboran en su colmena dentro del corazón de Martín Tinajero, creo en la amistad como el invento más bello del hombre, creo en los poderes creadores del pueblo, creo en la poesía y en fin, creo en mí mismo, puesto que sé que alguien me ama.. |