No quería dejar que terminara el mes de septiembre sin comentar
una pérdida que se dio este mes en el mundo de la tecnología, y de la
que casi nadie, ni siquiera de los que trabajamos en este tipo de temas,
se dio cuenta. Se trata de la muerte de Michael Hart, el inventor de
los libros electrónicos y creador del proyecto Gutenberg. Su deceso fue
este martes 6 de septiembre, a la edad de 64 años.
Desde luego todos sabemos lo que son los libros electrónicos, o
"ebooks", y hasta algunos estamos enterados de lo que es el proyecto
Gutenberg (www.gutenberg.org),
porque ahí conseguimos uno que otro ebook, sobre todo por ser todos sus
libros gratis. Ah, y además porque los libros del proyecto Gutenberg
pueden bajarse en varios formatos, como ePub, Plucker, HTML, Kindle o
texto simple, lo que permite leer libros en cualquier medio electrónico
como la computadora, el iPod, las tabletas Android, etc., y si lo
anterior fuera poco, hay libros en muchos idiomas, entre ellos 14 con al
menos 50 libros en existencia, para un total de 36,000 libros.
Ahora, dentro de las desventajas de Gutenberg está que solo contiene
libros de dominio público para Estados Unidos (pueden tener derechos de
autor en otros países), y esto quiere decir en la práctica que la gran
mayoría son libros bastante antiguos; baste mencionar que el más popular
en español es El Quijote de Miguel de Cervantes Saavedra. Por cierto,
es una vergüenza que en español haya solo unos 300 libros, mientras que
en inglés hay como 30,000, como si hubiera mucho más literatura en
aquella lengua que en la nuestra.
Los libros electrónicos tendrán casi el mismo efecto revolucionario
que tuvo la imprenta de Gutenberg en su época, que es la posibilidad de
reproducir un mismo contenido a bajo costo. En efecto, antes de
Gutenberg los libros eran copiados a mano, y dado que en la Edad Media
unas cuantas personas sabían leer y escribir, ya no digamos tener
excelente letra, resulta que la operación de copiado era carísima y
limitadísima. Pero todo esto cambió con las prensas que introdujo
Gutenberg por el año 1440, que acomodaban letras de plomo o madera en
unas planchas que eran untadas en tinta y apretadas al papel por medio
de un mecanismo de torniquete. Una prensa de Gutenberg podía imprimir
unas 3,600 hojas al día.
Imagínense lo que es el salto que hizo dar Gutenberg a la tecnología,
de copiar a mano un libro por mes a imprimir un centenar de libros cada
día, unos 3,000 por mes. Es un incremento de 3,000 veces. Y no es solo
la velocidad, sino el costo, que también bajó en el orden de los miles.
Pues a partir de 1971, con la invención por Michael Hart del ebook,
se dio otro salto de proporciones similares al de Gutenberg. En efecto,
más allá de los costos iniciales de elaboración de un libro (pago a los
autores, formato, ilustración, etc.) está el costo de la impresión en
sí, y en el caso de los libros en papel no se puede bajar más allá del
costo del papel y la tinta, mas el costo de la distribución física en
medios de transporte. En cambio, con los libros electrónicos el costo de
reproducir es igual al costo de la transmisión de información (casi
cero) más el costo de su almacenamiento, que también se aproxima
gradualmente a casi nada.
Me llama la atención que el mismo Michael Hart se daba cuenta del
poder "abaratador" del libro electrónico. Decía Hart que cada 10 años el
almacenamiento barato se ha multiplicado por un factor de 1000: hoy en
día podemos comprar en tiendas de electrónica u oficina discos de un
terabyte, mientras que hace diez años eran comunes los de un gigabyte, y
hace otros diez, los de megabytes. Entonces Hart predijo que para
dentro de otros diez años un ciudadano promedio va a poder conseguir un
disco de un petabyte, que son 1000 gigantes, Si ese petabyte va a costar
como 1000 pesos, un libro costaría una fracción de centavo tan pequeña
que es cero para fines prácticos.
Esta facilidad para reproducir información la llamaba Hart
"replicación", y decía que es la clave para la abundancia. Decía Hart
que ya en nuestra época los libros electrónicos gratuitos son tan
abundantes como el aire, del que "puede uno tener todo el que uno
quiera", usando sus propias palabras.
Hart era un excéntrico, pero se justificaba con una frase atribuida a
G. B. Shaw: "La gente razonable se adapta a las realidades del mundo,
mientras que la gente irrazonable trata de hacer que el mundo se adapte a
ellos. Por lo tanto, todo progreso es hecho por los irrazonables".
Pienso que los libros electrónicos son, finalmente, una de las
vertientes de la convergencia digital. Todas las variantes de la
información, sean letras, sonidos, imágenes, se van transmutando en
cadenas de unos y ceros. Por ello, la aparición de los ebooks se tenía
que dar, más pronto o más tarde. Pero eso no evita que reconozcamos el
gran legado de Michael Hart, el tecnólogo, el humanista, el visionario.