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Durante las vacaciones podemos encontrar muchos ratos para leer. Con un poco de imaginación, se les puede dar un toque personal. Te damos algunas ideas para disfrutar de los libros en familia durante este verano.
Las buenas costumbres son aconsejables, y también para la
lectura: dedicarle un rato a diario; tener un lugar favorito,
repetir algunas rutinas antes de dormir, durante las comidas…
Pero, cuando cambia la rutina, a veces se olvidan las buenas
costumbres. Durante las vacaciones podemos encontrar muchos ratos
para leer. Con un poco de imaginación, se les puede dar un toque
personal.
Variaciones nocturnas
El cuento antes de dormir es una receta que suele funcionar con
los niños. Y, para no perder la costumbre, se pueden introducir
pequeños juegos o variaciones de modo que cada noche tenga algo
especial: modular la voz; detener la lectura y esperar a que el
niño complete un diálogo o una secuencia; intercambiar los papeles
entre el niño y su padre o su madre…
Lo importante es que mantenga esta costumbre, incluso cuando ya
no necesitan nuestra presencia.
La casa silenciosa
La casa tiene que estar totalmente en silencio: fuera teléfonos,
televisión, ordenadores, músicas… ¿Lo lograremos? Las vacaciones
son un momento ideal para probarlo, cuando todos estamos juntos. Se
trata de acordar un rato (dependiendo de la edad de los niños:
quince minutos, media hora, tres cuartos de hora…) para que cada
uno lea su libro.
Merienda literaria
Podemos organizar una merienda e invitar a amigos, proponiendo
un tema: cada uno tiene que elegir una página o una secuencia de un
libro para que nos haga reír, o nos dé miedo, o logre
entristecernos… ¡A ver quién consigue la mejor!
Salidas con un libro
Los libros pueden ser buenos compañeros para una salida.
Pensémoslo bien: una excursión al campo (no olvidemos la guía de
árboles), una visita al museo (hay libros muy bonitos que nos
proponen pistas para observar los cuadros), un día en el zoo (la
enciclopedia de animales nos puede dar datos sobre la marcha).
Regalos para el oído
Practicar la lectura en voz alta (ellos y nosotros), aprender a
recitar poemas sencillos, repetir trabalenguas, rimas… son juegos
al alcance de todos y resultan divertidos. En alguna ocasión
podemos poner un toque de solemnidad: hacer un pequeño concurso,
grabar una selección de poemas entre amigos y hacer copias del CD;
acompañar la lectura con una música suave, que también ellos pueden
elegir… Inventemos situaciones en las que compartir textos sea un
regalo para el oído.
Un sitio en la maleta
Cuando salgamos de vacaciones, no nos olvidemos de los libros.
Llevemos el libro a la playa, al pinar, a la casa de los abuelos.
Organicemos actividades alrededor de los libros con los primos, con
los amigos, con los compañeros que están lejos: una sesión de
lectura (tú me lees, yo te leo), un intercambio de libros
(tú me dejas, yo te dejo), una reseña por carta o por
correo electrónico (tú me aconsejas, yo te aconsejo).
Turismo literario
Los libros nos llevan a los viajes, y los viajes, a los libros.
Y cuando estamos de viaje, ¿por qué no hacer turismo literario? Las
librerías del lugar de segunda residencia, los quioscos de la
playa, las librerías de los aeropuertos y de las estaciones, los
bibliobuses, las agencias de lectura en los lugares de vacaciones…
Acudamos a los sitios de información: muchos ayuntamientos
organizan actividades alrededor de los libros.
Texto extraído de:
Tiempo para leer en familia
Inés Miret y Joan V. Sempere
Círculo de Lectores, 2007
Inés Miret y Joan V. Sempere
Círculo de Lectores, 2007