DIARIO LA NACIÓN
Las letras venezolanas celebran durante cada agosto los
127 años del natalicio de un gran escritor, Rómulo Gallegos. Aunque
parezca que ya todo está dicho sobre esta personalidad, su obra sigue
moviéndose entre quienes aprecian un buen texto literario. Estamos
obligados a recordar lo bueno, a conocer la producción intelectual de un
ilustre de nuestra tierra que contribuyó a enriquecer la literatura
nacional.
Gallegos comenzó a publicar sus escritos en la primera década del siglo XX, aproximadamente a los 18 años, eran ensayos y artículos que trataban temas de política, educación, principios ciudadanos, en fin, asuntos sumamente importantes para la conformación de un pensamiento moral.
El escritor presenció el fin del siglo XIX y el comienzo del siglo XX, una época en la que a nuestros países latinoamericanos les correspondió ser independientes y encargarse de sus asuntos. Venezuela había sido gobernada por Guzmán Blanco, Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, presidentes de carácter autoritario y represivo.
Gallegos presenció cómo la transición de un siglo a otro fue poco provechosa para el desarrollo del país, dado que existía una mentalidad latifundista, evidenciada aún con el surgimiento del petróleo, fue partidario de la ideología positivista que plasmaba el enfrentamiento entre civilización y barbarie y se situaba en favor de la ciudad.
El latifundio, que había sido el paradigma hasta el momento, entra en crisis a finales del siglo XIX, esto contribuyó a estancar la economía y a buscar cambios estructurales en las políticas económicas. Ante esto surge una burguesía comercial y financiera sustentada en capitales de los grandes centros industriales, que va ganando poder económico y político, una etapa con un desarrollo urbanístico importante y con el Positivismo como ideología.
Rómulo Gallegos es un positivista, porque promueve la tecnificación agrícola, el desarrollo industrial, la educación y la democracia representativa, como medidas ante la oposición entre la ciudad y el campo, mostrándose a favor de la ciudad.
La obra de Gallegos en la Venezuela contemporánea
Actualmente, cuando se plantean en Venezuela nuevos ideales y metáforas de vida, resulta interesante pensar en la influencia galleguiana sobre nuestra sociedad, entendiendo que no se trata de que exista en el país cualquier cantidad de edificaciones, calles, avenidas, urbanizaciones, que llevan su nombre, sino, de preguntarnos ¿se están leyendo sus obras? ¿Cómo se lee la obra de Gallegos en el contexto actual?
El profesor Francisco Morales explica que generalmente la obra de Gallegos es recibida por los jóvenes por imposición escolar; respecto a la influencia del autor en el imaginario venezolano, manifiesta que la Venezuela cuartarepublicana conocía muy bien esa obra, y que existe una tendencia a “atribuir a la literatura un poder de cambio que no tiene o que, según se deduce de la historia, no parece tener”. De hecho, dice: “Influencia la ha habido, la hay y la habrá, pues no en vano es uno de nuestros “clásicos”. Pero actualmente no se puede esperar un impacto mayor en la sociedad, dadas las circunstancias políticas y sociales que atravesamos.
Sin embargo, es imposible soslayar de la literatura venezolana la obra de Gallegos, que es rica en sí misma, en el sentido del “uso admirable del lenguaje” del que habla el profesor Morales, además del empleo tan eficaz de la descripción de los paisajes y los conflictos de las personas que allí habitan, especialmente de los llanos venezolanos, tierra de fácil embrujo. Gallegos pintó a Venezuela en sus escritos y, lo más importante, trató de hacernos pensar sobre nuestro desarrollo y desenvolvimiento como nación. (Fragmento. Martín Pérez, estudiante de cuarto año de Comunicación Social ULA-Táchira, Cátedra Periodismo Cultural)
Gallegos comenzó a publicar sus escritos en la primera década del siglo XX, aproximadamente a los 18 años, eran ensayos y artículos que trataban temas de política, educación, principios ciudadanos, en fin, asuntos sumamente importantes para la conformación de un pensamiento moral.
El escritor presenció el fin del siglo XIX y el comienzo del siglo XX, una época en la que a nuestros países latinoamericanos les correspondió ser independientes y encargarse de sus asuntos. Venezuela había sido gobernada por Guzmán Blanco, Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, presidentes de carácter autoritario y represivo.
Gallegos presenció cómo la transición de un siglo a otro fue poco provechosa para el desarrollo del país, dado que existía una mentalidad latifundista, evidenciada aún con el surgimiento del petróleo, fue partidario de la ideología positivista que plasmaba el enfrentamiento entre civilización y barbarie y se situaba en favor de la ciudad.
El latifundio, que había sido el paradigma hasta el momento, entra en crisis a finales del siglo XIX, esto contribuyó a estancar la economía y a buscar cambios estructurales en las políticas económicas. Ante esto surge una burguesía comercial y financiera sustentada en capitales de los grandes centros industriales, que va ganando poder económico y político, una etapa con un desarrollo urbanístico importante y con el Positivismo como ideología.
Rómulo Gallegos es un positivista, porque promueve la tecnificación agrícola, el desarrollo industrial, la educación y la democracia representativa, como medidas ante la oposición entre la ciudad y el campo, mostrándose a favor de la ciudad.
La obra de Gallegos en la Venezuela contemporánea
Actualmente, cuando se plantean en Venezuela nuevos ideales y metáforas de vida, resulta interesante pensar en la influencia galleguiana sobre nuestra sociedad, entendiendo que no se trata de que exista en el país cualquier cantidad de edificaciones, calles, avenidas, urbanizaciones, que llevan su nombre, sino, de preguntarnos ¿se están leyendo sus obras? ¿Cómo se lee la obra de Gallegos en el contexto actual?
El profesor Francisco Morales explica que generalmente la obra de Gallegos es recibida por los jóvenes por imposición escolar; respecto a la influencia del autor en el imaginario venezolano, manifiesta que la Venezuela cuartarepublicana conocía muy bien esa obra, y que existe una tendencia a “atribuir a la literatura un poder de cambio que no tiene o que, según se deduce de la historia, no parece tener”. De hecho, dice: “Influencia la ha habido, la hay y la habrá, pues no en vano es uno de nuestros “clásicos”. Pero actualmente no se puede esperar un impacto mayor en la sociedad, dadas las circunstancias políticas y sociales que atravesamos.
Sin embargo, es imposible soslayar de la literatura venezolana la obra de Gallegos, que es rica en sí misma, en el sentido del “uso admirable del lenguaje” del que habla el profesor Morales, además del empleo tan eficaz de la descripción de los paisajes y los conflictos de las personas que allí habitan, especialmente de los llanos venezolanos, tierra de fácil embrujo. Gallegos pintó a Venezuela en sus escritos y, lo más importante, trató de hacernos pensar sobre nuestro desarrollo y desenvolvimiento como nación. (Fragmento. Martín Pérez, estudiante de cuarto año de Comunicación Social ULA-Táchira, Cátedra Periodismo Cultural)
