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lunes, 5 de diciembre de 2011

Padre de la historia tachirense

Reportajes y Especiales - Lun 28/11/2011 | 12:00 am




Conocer a Ramón J. Velásquez, el creador de la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, me parecía meta imposible. Por intermedio del amigo Idelfonso Méndez me atreví a escribirle un e-mail. Fue así como el 30 de abril del 2009 tenía en mi correo electrónico lo siguiente: "Mi estimado amigo, con verdadero placer le respondo a su mensaje de fecha 16 de abril. Pues trae un conjunto de valores tan fundamentales como el desarrollo de las regiones y la importancia de esa aparentemente pequeña historia local cuya suma de valores la vemos representada en lo que se llama historia nacional. Me agradaría mucho que el próximo mes de junio, cuando venga a Caracas, visite esta su casa. Me será muy grato leer sus trabajos y conversar con usted, esos valores que allí destaca. En cuanto a San José de Bolívar, esa ciudad entre neblinas, tengo un recuerdo imperecedero, pues uno de sus institutos lleva el nombre de mi madre, la gran educadora tachirense, doña Regina Mujica de Velásquez. Ramón J. Velásquez".


Así nació la amistad con el padre de la historia tachirense. El 15 de junio del 2009 me encontraba en Caracas, frente a la Quinta "Regina" del Dr. Velásquez. Fue un encuentro de dos andinos, con dos visiones de mundo separadas por la distancia de la edad, pero unidas por la visión que ambos teníamos de la historia. Fue un encuentro cálido, de dos amigos que no se habían visto, pero que era una amistad nacida entre el escritor y el joven lector. Fue un encuentro muy familiar frente a un café, compartiendo un diálogo que para mí permanecerá intacto como uno de mis mejores recuerdos. Ese día tuve mi primer encuentro con el Dr. Velásquez, él empezó a hablar de historia mientras la combinaba con segmentos de su vida, pues él era personaje y testigo de tantos hechos, él era el venezolano que había presenciado todo el proceso político venezolano del siglo XX, había recuperado la memoria histórica del siglo XIX, y veía desde el lejos el inicio del siglo XXI. Lo primero que me habló fue de la imagen de su madre, doña Regina Mujica, el empeño de ésta por hacer una pedagogía del Táchira mejor, de su propuesta educativa del bachillerato femenino y la escuela de Comercio, Artes y Oficios para las señoritas tachirenses. Explicó que Doña Regina fundó una revista llamada "Alba", donde exponía sus ideas, el amanecer en ideas de la mujer. Luego recordó que había sido director de "El Nacional", en dos ocasiones. Pero dejó ese tema de un lado para volver a los recuerdos suyos en el Táchira, cuando era estudiante en el Liceo "Simón Bolívar", y de su viaje a Caracas que duró cinco días, y tuvo que hacer hospedaje en Tovar, Boconó. El tercer día al llegar a Barquisimeto, un jefe civil que era de Capacho, le hizo abrir el baúl para ver qué llevaba, sorpresa para el hombre, de nombre Ramiro Castro, que la maleta del Dr. Velásquez estaba llenas de libros, y éste le dijo: - Para qué lleva eso mijo. - Son libros - respondió Velásquez. - Y sí le va a caber todo eso en la cabeza, mire mijo, le voy a dar un consejo, en Caracas no quieren mucho a los tachirenses, ande con malicia - expresó Castro. Aquella noche no lo dejaron pasar a Maracay, pues la orden era que después de las cinco ningún carro podía pasar, pues en aquel estado vivía Juan Vicente Gómez.


Dr. Ramón J. Velásquez

El Dr. interrumpe la conversación para pedirle a su secretaria Betulia un café, luego prosigue su relato, y cada vez que lo escuchaba recordaba Las confidencias imaginarias de Juan Vicente Gómez, entre el escritor y el hombre que está enfrente mío no había diferencias, por eso señalé que me parecía conocerlo de toda la vida, él se limitó a sonreír. Luego me comentó su primer encuentro con Gómez, su llegada fortuita a la historia de la mano del Dr. Diógenes Escalante, de Eustoquio Gómez y Juan Pablo Peñaloza. Así fue desgranando la historia, como había logrado escribir La caída del liberalismo amarillo, ese día quedó sellada nuestra amistad.


El pasado viernes 9 de septiembre le hice una nueva visita (la quinta), en ella abordamos su infancia y adolescencia en la San Cristóbal gomecista y la personalidad de su padre Don Ramón Velásquez. La afición del padre hacia la lectura. El primer libro que tuvo Ramón J. en sus manos fue una edición española del Quijote.

El Dr. Ramón J. Velásquez, el más grande de los tachirenses del siglo XX, nació el 28 de noviembre de 1916 en San Juan de Colón; sus padres, Ramón Velásquez Ordóñez y Regina Mujica Acevedo. Sus estudios de primaria los hizo en la Escuela Anexa al Liceo "Simón Bolívar". Inicio su bachillerato en el Liceo Simón Bolívar, para concluirlo en el Liceo "Andrés Bello" de Caracas. Sus padres se conocieron en el gremio docente y debieron marchar a Colón para ejercer su pedagogía. Al tener 3 años la familia Velásquez Mujica se traslada a San Cristóbal. La madre, Doña Regina, además de sus querencias maternales empezó a preparar a su hijo en las primeras letras y en ese afán de buscar el conocimiento. A los 8 años ya el Dr. Velásquez leía corrido, motivado por su padre, quien le hacía leer los clásicos de la literatura, mientras el padre fingía cansancio, fue así como la lectura se internalizó en aquel niño y nunca más abandonó ese afán del saber. Leía de todo y tan adelantado era que ya a los 10 años se desempeñaba en corrector de escritos de artículos de prensa relacionados con el trabajo del padre. Don Ramón Velásquez no sólo le había dado el nombre, sino un oficio silencioso que le serviría en el futuro para crear dos de sus grandes obras: La caída del liberalismo amarillo y Confidencias imaginarias de Juan Vicente Gómez, pues por otro lado, Ramón J. había aprendido a escuchar, virtud que muy pocos poseen y gracias a su virtuosa memoria, que aún a sus 96 años posee, fue descifrando la historia de este país llamado Venezuela. Y tenía que corresponder este arduo trabajo a él, protagonista y a la vez narrador de la historia política de los venezolanos.

La semana pasada, con motivo de acercarse su cumpleaños y la Peña Literaria "Manuel Felipe Rugeles", le llamé de nuevo para comentarle dicho acontecimiento y el Dr. Velásquez me envió una nueva carta, que quiero compartir con todo el Táchira:
Mi apreciado amigo: Me ha dado usted una extraordinaria noticia, algo así como el repicar de campanas, para recordar la fecha en que ha nacido un buen amigo de ustedes, un tachirense que vive en lejanas tierras venezolanas, pero cuyo recuerdo de su más remota infancia y de sus días estudiantiles tuvieron como raíz y escenario esa tierra venezolana tan maravillosa que es el Táchira con sus paisajes que van del blanco de la neblina que cubre con su inmensa cobija, la inmensidad de sus páramos, a este otro mundo también tachirense de los valles alegres y de la tierra que nos conduce hacia los caminos de llanos infinitos y otra nos invita a navegar por el océano que nos brinda la perspectiva de sus mil paisajes, de sus mil canciones, de sus mil ambiciones que alborotan nuestro mundo. Qué hermoso, qué bello saber que en esa tierra de caudillos, de líderes y de hombres de acción creedora se han acordado de un amigo que vela por el nombre de la tierra tachirense y se han empeñado en mostrarla como es: maravillosa en sus paisajes, voluntariosa en la decisión de sus hombres, hermosa no solamente en el rostro y cuerpo de sus mujeres, sino también en su voluntad de crear y mantener un mundo de acción y belleza...



José Antonio Pulido Zambrano

Diario La Nación del Tachira

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